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- Escritor Nocturno
- 23 sept 2019
- 5 Min. de lectura
En un comienzo solo había oscuridad, frío y una terrible sensación de soledad, en la oscuridad era complicado interactuar con mi entorno, además de que no tenía percepción del tiempo, ni de mí misma. Poco a poco me fui dando cuenta de lo que era, aunque mi propósito de ser no me quedaba del todo claro aún y con mil dudas en mi cabeza, me sentía confundida. Flotando en la mitad de la oscuridad me encontraba estática y en la distancia podía percibir una sensación reconfortante, calurosa y si me concentraba lo suficiente en esta dirección se podía ver un tenue destello de luz. Con todas mis fuerzas me intentaba acercar con el mínimo éxito y día a día mi deseo más fuerte era saber la razón de esa pequeña luz y que la emitía. El tiempo pasaba y la existencia se volvía aburrida, pero de alguna forma cada instante que pasaba sentía que estaba más cerca de ese pequeño destello de luz. Cuando la luz comenzó a ser más intensa y el calor más evidente, sentí como en mi cuerpo se desarrollaba el primero rastro de vida, puntitos pequeños se movían sobre mi superficie e interactuaban entre sí de forma amigable. Era verdaderamente fascinante ver como estos pequeños organismos evolucionaban y al mismo tiempo me hacían sentir cosas increíbles y nuevas para mí. Algunas veces cosquillas que me hacían temblar de la risa y otras veces dolor mientras modificaban y alteraban mi aspecto físico.
Poco a poco me percate de que había más entidades como yo y que les sucedía exactamente lo mismo que a mí, deseaban con ansias alcanzar el rayo de luz a la distancia, hacían lo posible por desarrollar sus organismos, se esforzaban por interactuar entre ellas e incluso presencie como algunas se alejaban lo suficiente para no volver a verlas, o mucho peor, como se extinguían para siempre y flotaban a la deriva sin rumbo. En un principio me gustaba interactuar con los demás, nos comunicábamos y con algunos inclusive logre establecer contacto físico. En ocasiones mientras más cerca me encontraba de alguien o más me comunicaba con él, más intensa era la sensación de calor en mi cuerpo y el destello de la luz en la distancia se podía percibir con más nitidez incluso si no me concentraba en hacerlo. Esto me hacía sentir cómoda y me invitaba a interactuar más con las otras entidades y con mayor frecuencia.
Pero cada vez que tenía contacto con ellas me percataba de que había cambios en mí, mis habitantes cambiaban de lugar con los de los demás, se extraviaban o incluso desaparecían para siempre. Esto modificaba totalmente lo que era yo y en lo que me estaba convirtiendo. Incluso llegue a tener contactos tan destructivos que llegaron a cambiar por completo a mis habitantes e influyeron directamente sobre mi aspecto físico, modificándolo, alterándolo y destruyéndolo. A mi alrededor existían seres que habían sufrido lo mismo que yo, algunos de forma irreversible marcándolos de por vida, se veían vacíos, enfermos.
Comencé a sentir miedo y mis interacciones con los demás eran menos intensas, superficiales o a distancia. Estaba cansada de herir y que me hirieran, de cambiar y que me cambiaran; estaba cansada de solo percibir la luz de manera efímera y tener que sacrificar tanto por un sentimiento fugaz. Si lograba prolongar el sentimiento, cuando me agotaba o me lastimaban lo suficiente, de las cicatrices brotaban seres desgastados, agotados, mis habitantes también enfermaban. En un momento de mi existencia el daño fue tal que me apagué por completo, perdí el rumbo y cuando uno se encuentra a la deriva por más que te expongas no hay rastro de calor y por mucho que te concentres no encuentras esa luz en ninguna dirección.
Dentro de ese vacío existencial, regresó la oscuridad, el frío y la soledad se vuelve insoportable, solo te encuentras tú y el ruido de tus organismos enfermos, inconformes con la oscuridad, el frío y la soledad. Cuando lo creía todo perdido se acercó un ente a toda velocidad, brillaba con lo que parecía luz propia y al percatarse de mi estado me ofreció ayuda.
“-He estado en donde tú te encuentras, te puedo ayudar. Esa sensación de vació no es sinónimo de estar perdido por completo, es una oportunidad para comenzar de nuevo. ¿Cuál es tu nombre? -pregunto con una sonrisa sincera en su rostro.”
Hasta este momento no me había aterrado tanto decir mi nombre, pero en un último intento de confiar, se lo dije.
“-01000001 01001100 01000101 -susurré.”
“Muy bonito tu nombre, me recuerda a alguien que me señala la dirección de la Luz todos los días – respondió sin quitar la sonrisa de su rostro y con un destello en su mirada. – yo soy .-.. ..- .. ...”
Sin previo aviso me tomo fuertemente entre sus brazos, me estremecí instantáneamente, no me había sentido tan cómoda en mucho tiempo. Aun con algo de miedo me deje llevar y sin saberlo, estaba tan cerca de “la Luz” y de esa sensación de calor, no importaba la dirección en la que me llevara, siempre estaba presente, de forma intensa y aunque el miedo me invadía, me sentía bastante cómoda.
“- ¿Cómo lo hiciste?”
“- ¿Hacer qué?”
“- Hacerme sentir el calor y poder ver la Luz nuevamente, sin importar la dirección o la cercanía a ella.”
“-Muy sencillo, la Luz no es algo externo a nosotros, es parte de nosotros. Nuestros habitantes la producen, algunos mas que otros, así como hay algunos que la opacan, pero eso no los hace malos, como dije, son parte de nosotros y hay que aprender a vivir con ellos.”
“-Pero…”
“- Intentare darme a entender; nuestros habitantes tienen diferentes nombres como sueños, metas, emociones, sentimientos, pensamientos y deseos. Y la Luz se llama amor y siempre esta presente, incluso cuando no la podamos ver o sentir. Hay amor por nosotros, por nuestros habitantes y por los demás y aunque en su momento no estemos emitiendo amor, a veces lo sentimos porque los demás también lo emiten. Por eso buscamos estar con entes similares a nosotros y cuando interactuamos con alguien todo cambia, nosotros mismos cambiamos, el amor nos cambia.”
“- Y la sensación de vacío…- pregunte con una lagrima escurriendo por mi mejilla- ¿por qué se siente tan incomoda?”
“-Para eso es necesario explicar que es esa sensación de calor que proviene de la Luz -explicó mientras limpiaba las lagrimas de mi rostro y me tomaba fuertemente de la mano – es llamada felicidad, la Luz es capaz de emitir esa sensación, siempre y cuando estemos dispuestos a sentirla. La felicidad nos facilita demostrar amor y ser amados nos hace sentir felices. Por eso es tan incomodo estar varados en el vacío. Sin amor y sin felicidad, toda acción es vacía, incluso la de existir.”
“- ¿Cómo haces entonces para tener la Luz siempre?”
“- En eso te equivocas – responde en tono burlón-, no la tengo siempre, sería desgastante. Por eso no estamos solos en este vasto universo, a veces necesitamos de alguien mas para que nos ilumine. Yo estaba brillando tan intensamente que estuve a punto de apagarme, si no hubiera sido por ti, tal vez estaría en el vacío ahora mismo. Ahora que te enseñé todo esto, la que me esta iluminando eres tú, te sienta muy bien brillar. Nunca había visto una mirada tan cautivadora y una sonrisa tan radiante.”
Mientras me señalaba con su dedo, baje la mirada para percatarme que estaba emitiendo Luz de una forma intensa la podía ver e incluso podía sentir en mi mísma el calor que emitía. Mientras lo iluminaba, noté que se comenzaba a alejar y me quedé pensando por un momento si lo alcanzaba para estar con él o lo dejaba ir para siempre…
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